miércoles, 30 de septiembre de 2009

OSCAR DE LA BORBOLLA: MINIBIOGRAFÍA DEL MINICUENTO

Como no nacemos sabiendo, ni el saber nos viene en la memoria genética, es forzoso que haya en nuestro pasado una etapa cuando nada sabíamos acerca de algo. Por lo regular, solemos olvidar ese tiempo y vivimos con la vaga impresión de que desde siempre fuimos como somos ahora. Para ilustrar esta idea, he de decir que yo casi no puedo imaginarme cómo fue que aprendí a leer, no soy capaz de verme en esos años párvulos ante el tapiz indescifrable de las letras de un libro, ni dibujando mil veces con la mano crispada mis primeras vocales. Sin embargo, así debió de ser, pues nadie sale del analfabetismo sin emprender titánicos esfuerzos.

No obstante, mientras que hay muchas experiencias cuyo origen en mí se ha borrado, hay otras que tengo perfectamente bien fechadas: recuerdo, como si fuese sido ayer, mi primer coito, mi primer romance, el primer golpe que me hizo rodar inconsciente en medio del griterío y las burlas de mis compañeros de la escuela primaria. Con esta nitidez guardo el recuerdo de mi primer contacto con el minicuento. Ocurrió en mi pubertad, cuando mi carácter retraído y huraño me aislaba de la gente y me lanzaba no a las autistas pantallas de los videojuegos de hoy –esos escapes no existían entonces-, sino a las calzadas de los cementerios, al laberinto de tumbas que hay en los panteones, pues era un púber romántico que, con un libro bajo el brazo, se perdía entre las criptas en busca de un sauce que diera sombra a su lectura. Y una tarde, me instalé bajo un pirul que salpicaba las páginas de mi libro con su viscosa savia. Harto de la llovizna vegetal, me levanté y descubrí el minicuento: los mejores minicuentos, la antología más maravillosa de minicuentos. No me refiero –y no se me tome a mal- a los escritos por Monterroso ni a los poemínimos de Huerta, que sin duda son espléndidos, sino a los minicuentos perpetrados por los primeros minicuentístas, por los verdaderos inventores del género, es decir, a los minicuentos que figuran en la mayoría de las lápidas: a los epitafios: “1919-1958, mamita: tus hijos te extrañan”, o aquel otro más lacónico aún que decía: “Sin ti no vivo, Pepe”.

Me encantaba caminar por el panteón de Dolores, sentir con los dedos los surcos empolvados de las letras labradas en las placas de mármol, la frialdad habladora del granito. Entonces no sabía, por supuesto, que esas brevísimas historias constituían un género literario: pero sí sabía que eran frases sentidas que resumían vidas enteras y me dedicaba a expandirlas, a desenvolver con la imaginación los detalles omitidos por los redactores y de un simple epitafio generaba una novela completa: tres o cuatro horas frente a cualquiera de esas frase me permitían comprender lo que sólo la buena literatura nos entrega: la alegre certeza de que existen muchas vidas y la trágica evidencia de que todas son truncadas por la muerte.

Mis paseos por los cementerios hicieron de mí un turista de la muerte, un intruso de los dramas ajenos, pues a veces me tocaban tumbas frescas y, al mezclarme entre los deudos, llegaba a conocer a los personajes llorosos que luego, pasadas las semanas, estarían con sus nombres en los epitafios, en los nuevos, recién publicados, minicuentos. Estos contactos no siempre me gustaban, pues era como si primero hubiese visto la película y luego leído la novela y, como se comprenderá fácilmente, no siempre es la mejor forma de acercarse a una historia. Prefiero el escueto epitafio al vivo drama familiar in extenso.

La vida puede tener mucha paja, en cambio la literatura es por fuerza sintética. Ahora sé que el resumen se logra mediante la elipsis, que para cargar de asunto las palabras es necesario suprimir esa necia y sosa infinidad de detalles que sobran, y sé que el minicuento es el fruto de la máxima elipsis. Esto lo aprendí no en los libros, sino en los cementerios, pues la muerte es la elipsis por antonomasia, la que suprime en serio, y por ello suelen ser tan serios y tan elípticos los epitafios. Así, nada tiene de extraño que el minicuento haya surgido emparentado con la muerte y que los panteones de todo el mundo sean insuperables antologías del minicuento.

Ahora, para terminar, voy a ofrecerles, en primer término, el mejor minicuento que conozco, en segundo, el más famoso y, finalmente, uno hecho por mí para esta ocasión y que, espero, sea el definitivamente más corto de cuantos puedan inventarse:

El mejor minicuento que he leído está en una lápida del Panteón Jardín: consta de una sola palabra, pero es una palabra que resume la vida de varios personajes, que muestra la pasión, los disgustos, los desgarramientos, la traición, los celos, la decepción, la rabia. Sobre una sobria piedra negra puede leerse esta hondísima historia: “Desgraciada”.

El más famoso minicuento forma parte de la literatura épica y está armado con narrador autodiegético: es la archiconocida frase dicha por César al vencer a Farnaces: “Veni, vidi, vici”. Aclaro que César la compuso con cabal conciencia y con plena intención de síntesis, pues buscaba informar al Senado, con una historia rápida, la rapidez de su victoria.

El minicuento más breve posible empecé a componerlo en mi perdida pubertad de paseante de panteones, en los tiempos cuando descubrí mi vocación literaria y filosófica. En él se resumen no sólo mis dudas ante la vida y la muerte, sino la incertidumbre universal del hombre ante el destino. Este minicuento dice exclusivamente: “¿Y?”

RELATOS VERTIGINOSOS

ANTOLOGÍA DE CUENTOS MÍNIMOS

SELECCIÓN Y PRÓLOGO DE LAURO ZAVALA

EDITORIAL ALFAGUARA 2009



MI MINUCUENTO.

YA.

M.A.A.

viernes, 21 de marzo de 2008

PREGUNTAS

Ayer conocí a Sabina, LA MUJER del sombrero de bola, el apellido del cantante favorito. Su casa es arte; su vida, una expresión artística. Su mundo cambia al mundo, revuelve mí mundo. Su felicidad es exagerada; bueno la felicidad nunca es exagerada; irradia belleza, juventud, energía, transparencia, ganas, impulso. Es una mujer atemporal, eterna.
Reflexiono sobre mi vida, lo que soy y lo que quiero ser. El ser y el hacer. El ser que busca el hacer. El rumbo que toma mi vida. Estoy en constante búsqueda del camino, ¿quién soy?, ¿qué quiero de mi?, ¿qué hago para conseguirlo?. Soy dos mujeres, una quiere ser esclava de las cosas que pueden ser planeadas y cumplidas, familia mía, amor, estabilidad, plenitud; la otra quiere arte, música, letras, teatro, pasión, locura, todas las aventuras que la vida puede dar. Ama de casa y cortesana, ambas viviendo en el mismo cuerpo. El encuentro de una mujer consigo misma es un juego con riesgos serios. Una danza divina. Cuando nos encontramos, somos dos energías, dos universos que chocan. Si el encuentro no tiene reverencia necesaria, un universo destruye al otro.
¿Qué es lo que finalmente importa?, ¿seré una persona convencional con anhelos de grandeza?, ¿querré lo “típico”?, ¿se podrá tener todo?, ¿será tan importante saber exactamente hacia donde voy o es suficiente saber lo esencial?. Tengo tantas preguntas. Pero se que quiero eternidad.
Reflexiono sobre las horas pasadas en la banca de una iglesia cercana. Me sentí inconsolable, confundida. Lloré hasta el cansancio. Escribir nos salva de la locura y dios de nosotros mismos. Necesito a Dios. Quiero la salvación eterna.
Una nueva ilusión ilumina mi camino. Se que es verdadero.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Esta es la mejor poesía de Mario Benedetti, Siento lo mismo que el. No hay más que decir.


No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves, ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de clama
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino.
Entonces
no te quedes conmigo.

martes, 18 de diciembre de 2007

PERDIDA

Hoy me siento perdida. Perdida en el mundo de las posibilidades; si es que existe tal cosa. Lo único cierto en este momento, para mí, es la decisión; y las decisiones que tomamos son siempre las correctas ¿no?; simplemente porque no existe el hubiera, el ¿y si?. Por esto tienen que ser correctas, porque nuestra vida es un mero borrador incorregible, pero ¿acaso por ese desconcierto es que es maravillosa?. ¿Será que la muerte es eso? La oportunidad de volver a vivir todo otra vez ¿de mejor manera? ¿Acaso existe una mejor manera de vivir que amando la vida nada más por estar vivo?. Lo que si es cierto es que los problemas que realmente tienen importancia en la vida, son aquellos que nunca pasaron por mi mente, son esos que te sorprenden horriblemente. El caso es que hoy me siento perdida ante millones de posibilidades que pudieron haber sido mías y que no tomé; por ejemplo, amar Inglaterra, estudiar antropología against all odds, el hombre con el que me pude haber casado y no lo hice, la carrera diplomática que rechacé al decirle no al frío y lejanía familiar de suiza, la entrevista que me aseguraba un puesto en el senado de la república y que dejé pasar, la corrida de toros a la que no fui; y así podría enumerar millones de caminos que yo decidí no tomar por x o y razón aritmética y razonada (o al menos razonable for me). ¿Será que existe el destino? ¿Que algo ya esta preparado para mí? Odiaría pensar eso; creo en las casualidades, eso sí, pero me siento cada día más responsable de mí, de mi futuro; de la construcción del camino de mi vida, del concreto y mampostería que le agrego a mis cimientos todos los días. La madurez no se improvisa; a golpes se te atornilla en el cerebro. Siempre lo decía una monja en el colegio –ser mujer no se improvisa, se construye con esfuerzo- y nunca le creí, me encantaba quedarme en el síndrome de peter pan, pensando en fantasías, hasta que un día me cayó de madrazo. Y todavía así, ¿será que he madurado? ¿quedará algo de mi antiguo yo? ¿me habré encontrado diferente al buscarme y me da miedo?. Me quedan demasiadas cosas por escribir. Esta es mi terapia contra lo que llamamos vida, o mano a mano con ésta.

lunes, 15 de octubre de 2007

ES VERDAD

Es verdad
intensa en nuestras vidas
es verdad
noción de las delicias
canción de despedida
es verdad
carisma tu destilas
pasión, quimera y clímax,
es verdad
acuso mis flaquezas
habitas mis secretos
provocas mis deseos
es verdad
verdugo de caricias
intenso amor voraz,
idilio, distancia, y tormento
es verdad
que habitas mis silencios
y pierdo los estribos
viviendo en tus suspiros
en voces casi vivas
de muertos sentimientos
es verdad
y atados mis fragmentos
en débiles milagros
volvieron mis angustias
abrieron las ventanas
entraron como heridas
es verdad
estoy aquí esperando
tenerte nuevamente
en mis brazos
es verdad.

M.A.A 08/09/07

miércoles, 15 de agosto de 2007

TIEMPO ATRAS

Cada tarea del día fue cumplida con meticulosidad. Así, me siento contenida. Me dirijo al jardín para la hora del silencio y el silencio me encuentra llena de añoranzas.
En el atardecer, recién escondido el sol, conté once colores en el cielo. El primero fue el morado, pasó por varios rojos, hasta que el marengo se emparejó con el celeste. Y eso fue todo.
Inmóvil, caí con la tarde.
Durmiente, masa dorada de sombras y abandono.
Hasta que se borró la acuarela; no hay más que tinta de la noche. La oscuridad conforta, ejerce su compasión al escondernos. Apuro el paso, Claire me espera para hacer la tarea.
Pienso que mi cuerpo esta frío.
Pienso que el congelamiento del aire en la isla puede introducirse en los espíritus.
Pienso en Daniel.
Pienso en mi familia lejana y también en esta mujer que soy yo.
Pienso que la mezquindad se ha instalado en las terminaciones nerviosas del ser humano.
Pienso que, paulatinamente, las sensaciones son cada vez menores. Avanza el siglo, helando a sus habitantes.
Cada día todos dicen menos.
Cada día todos sienten menos.
Cada día todos aman menos.
Emprendo el camino de regreso a la casa que no es mía, buscando un abrigo, preguntándome una vez más aquello que la tormenta desde que advertí que la patria no es más que un territorio, que el sitio de la pertenencia profunda debe buscarse en el contraste entre la estación del cuerpo y el lugar del alma.
¿Pero donde está mi alma?

miércoles, 25 de julio de 2007

Así no mas....

Siempre he querido ser escritora; como tantos autores que desfilan en mi memoria. Me es bastante incómodo dejar entrar a alguien en mis letras, pues reflejan mi intimidad.
Estos son solo pensamientos que me cruzan en ciertos momentos y que quedan más claros plasmados en palabras.
Para mi escribir es una forma de desahogarme sanamente, cuando la sed me invita a beber agua de mar (tentaciones desmesuradas mil).
Tengo tantas ganas de escribir.
Guardo miles de ideas en la cabeza (creo que por eso estoy medio loca jajjaa)
Ahí van algunas.
Cierta vez supe de un sacerdote que tenía en su casa una habitación donde veía pornografía y bebía, pero al salir predicaba y practicaba lo contrario a la perfección, y era, a la vista de todos, honorable y recto. Es lo mismo con el marido que se despide de su esposa con un beso y un te amo, para subirse a su coche e ir en busca de aventuras de la noche.
Hay miles de individuos nefastos como el sacerdote que se golpean el pecho y que son unos payasos.……
Todo es reemplazable menos la integridad, la honestidad, pienso yo.
Chin, es que para conocer a una persona es tan difícil porque, primero está la apariencia, luego las actitudes, luego los valores, los hábitos, etc. ¿Cómo darte cuenta?
Existen expertos de la falsedad, mis papás dicen que el que no es fiel en lo poco, no lo será en lo mucho, y tienen razón.
Lo evidente para mí puede ser tan oscuro para otro. Es muy difícil hacer a alguien darse cuenta de algo y te dan ganas de romperle la cabeza y ni así jajaj. Cada cabeza es un mundo. Obviamente nadie posee la verdad absoluta pero como me encantaría que a veces alguien viera las cosas desde mi perspectiva.
Pienso, luego existo, (kant o descartes no me acuerdo muy bien) ¿pero será que nunca le rompieron el corazón caray?
Siento luego existo: ¿verdad poseedora de una validez más general y que se refiere a todo lo vivo?
Gente hay mucha, ideas más: todos pensamos (unos más, unos menos, por supuesto); pero las ideas nos las traspasamos, las pedimos prestadas, las robamos. Pero cuando me duele la muela, el dolor sólo lo siento yo. Puede ser que la base del yo no sea el pensamiento, sino el sufrimiento, que es de los más básicos de todos los sentimientos. Cuando uno está a solas consigo mismo, es en el sufrimiento. Ni que te acompañen en tu dolor, nunca van a sentir lo que TU sientes.
Para poder ser feliz hay que saber que es estar triste, para poder valorar la felicidad y sentirla mejor todavía.
Las personas a veces se quedan marcadas por sus últimas experiencias.
Mucho tiempo pensé que el amor es una especie de esclavitud consentida (compromiso, exclusividad, fidelidad, tantas cosas que sacrificar)
Es mentira; la libertad solo existe para aquel que se entrega totalmente, que ama al máximo, que siente al máximo.
A eso sí, en el amor nadie puede machacar a nadie, cada uno es responsable de lo que siente, y no podemos culpar al otro por eso.
Me he sentido herida al perder a los hombres que he “amado” (no se si sea real, pero…) Pero nadie pierde a nadie, porque nadie posee a nadie.
Esa es la verdadera experiencia de la libertad: TENER LO MAS IMPORTANTE DEL MUNDO, SIN POSEERLO (como diría Cohelo).
Por eso es que siempre he estado convencida de que es realmente estúpido convencer a alguien de quererte, que se de cuenta de lo valiosa que eres ¿de que sirve? Si al final terminas nulificándote a ti misma.
La pasión hace que uno deje de comer, dormir, te sientes intranquilo y ansioso.
Mucha gente se asusta, porque cuando aparece, derrumba todas las cosas viejas que encuentra.
Nadie quiere desorganizar su mundo. Por eso, mucha gente consigue controlar esa amenaza de felicidad absoluta y se autosabotea.
Otra gente piensa exactamente lo contrario: se entrega sin pensar, esperando encontrar en la pasión las soluciones para todos sus problemas. Descarga sobre la otra persona toda la responsabilidad por su felicidad, y toda la culpa por su infelicidad.
Apartarse de la pasión, o entregarse ciegamente a ella, ¿Cuál de las dos actitudes es la menos destructiva? No sé. Claro mejor un equilibrio, pero ¿Cuál es el punto medio?, eso sí, más con tendencia a la segunda, si no, NO VIVES (“there is no point of living if you can’t feel alive” es de una canción de garbage).
Todos sabemos amar, pero la mayoría de nosotros tiene que reaprender, recordar, y todos, sin excepción, tenemos que quemarnos en la hoguera de nuestras emociones pasadas, revivir algunas alegrías y dolores, malos momentos y recuperación; hasta conseguir ver el hilo conductor que hay detrás de cada nuevo encuentro; si, hay uno nuevo siempre.
Me siento tan contenta conmigo misma en este momento, porque me permito cosas sin reprocharmelas, sin estar pendiente de que sienten los demás, esooo es lo que siento y quiero yooo, (es que soy tan exigente conmigo misma que a veces me autocastigo), quiero creer que ahora ya no.
No me interesa lo que pasó, sino como me siento ahorita. Estoy feliz (llevo tanto tiempo descuidándome) que me reencuentro, que me impulso, que me doy fuerza, ni se de donde me agarro, si de una ilusión o de lo que sea, no me importa. Esto me hace trabajar en mí.
Si tuviese que contarle hoy mi vida a alguien, podría hacerlo de tal manera que me vieran como a una mujer independiente, valiente y feliz (aunque mucho todavía es parte de ir buscando mi camino).